Gracias maestro Roberto

«¿Qué onda jefe?» Es la frase que escucharé cada vez que llegue a la oficina.

Desde nuestras primeras charlas usted me dijo que para cuando llegara el momento de su jubilación estaría yo completamente listo para ejercer mi labor como corresponde. No se jubiló y estoy seguro de que aún me faltó mucho qué aprender. Pero sí es verdad que gracias a usted hoy estoy mucho mejor preparado para ejercer mi labor profesional.

Sentimos todos mucha nostalgia en la oficina porque le apreciamos mucho y su partida nos tomó a todos por sorpresa. Nos deja un gran vacío y es duro aceptar que no nos volveremos a ver.

Estaré siempre completamente agradecido por todos sus valiosos consejos, por todo su apoyo no sólo en el ámbito laboral sino también en el personal, y por la amistad. La única gota de alegría que siento es por saber que usted se encuentra ya en un mejor lugar que todos los que nos quedamos aquí.

Me quedo con todas sus enseñanzas. Gracias por haber confiado en mí incluso más de lo que yo mismo confío en mí. Por ser ejemplo de entereza en medio de las dificultades de la vida. Hasta que nos volvamos a encontrar estimado maestro Roberto. Mi cariño y gratitud acompañarán inevitablemente su recuerdo.

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